30.6.15

El mundo no sabe

Una de mis personas favoritas del mundo y yo cumplimos años el mismo día, así que cada año nos consultamos antes de nuestros aniversarios ganas de qué hay, para decidir si festejamos, si una va a ir al festejo de la otra o qué. Este año coincidimos sin dudar: ninguna de las dos andaba con ganas de fiestas, prima la búsqueda de tranquilidad, pero sí queríamos hacer algo juntas. Así fue que esta noche, la siguiente a nuestro cumpleaños, nos dejamos caer en el homenaje a Adrián "Toto" Nievas, fallecido hace unas semanas. Era la excusa perfecta para despedir a un artista que nos encanta, para bailar como hace diez años cuando éramos más jóvenes y Adicta no se había separado y para escuchar en vivo quizás por última vez canciones hermosas, hirientes y liberadoras.
Con la capacidad colmada y un clima que percibimos triste y oscuro, el recital en Niceto empezó abajo, pero fue creciendo y ganando luz a fuerza de electropop, "tecno de fogón" -como leí por ahí- y pura poesía. Rudy Martínez, la otra pata de Adicta, fue el maestro de ceremonias de la velada y fueron pasando por el escenario músicos amigos. Verónica Verdier, Lucas Martí, Fabio Rey, Fernando Nalé. Diosque, Dani Umpi, Isol, Sergio Pángaro, Ale de Viva Elástico y Andrea Álvarez, entre otros, con versiones personales y algunas especialmente impecables, como las de Isol, Pángaro y Umpi.
El público en promedio era de treinta y pico de años; vi a viejos amigos saltando a lo lejos y vi pasar años de mi vida en los que sufría apasionadamente por amor y otras cuestiones. Muchas letras de Toto me generaban una empatía profunda y me permití regodearme en los recuerdos cantando temas que siempre me parecieron brillantes (en doble sentido, por las letras y la música y también por los destellos que irradian en medio de las sensaciones densas que retratan). Ahora ya no me identifico con ese dramatismo, pero la poesía de Toto me sigue conmoviendo y admirando; la valoro y me permite abrazar a la chica frágil que fui.
El recital cerró con La noche, el tema que más disfrutábamos en vivo con mi amiga en aquellos años. Es bien electropop y dice: "querría estar seguro y no temer hablar/ plantarme frente a vos y oír tu negación/ y sin más seguir divirtiéndome/ y no puedo". Los años en los que veía Adicta me sentía así; insegura con el sexo opuesto y casi siempre angustiada, pero en los recitales, en mi casa y en las pistas siempre había unas horas en las que podía olvidarme de todo y entrar en éxtasis.
Casi todos los invitados que pasaron a lo largo del show cantaron juntos La Noche y todos hicimos juntos eso que permite la música: convertir el dolor en magia y sacarlo afuera. Rudy y los demás bailaban y cantaban, el público aplaudía y saltaba, la mamá de Toto agradecía desde el balcón-palco y todos nos fuimos a casa emocionados.
Durante muchos momentos del recital pensé qué suerte que pude disfrutar de Adicta en vivo y qué bueno que Toto hizo canciones. Y no soy muy original, también pensé en el paso del tiempo, en la vida y en la muerte. El anteúltimo tema del show fue Nada, de Ciudadano Toto, con la pista de su voz incluida. Fue un golpe de efecto certero que nos alcanzó a todos:

Estoy cansado, mis piernas se doblan y caeré.
Y cuando caiga me arrastrará lo que yo negué siempre.
Caído al fin, caído aquí me tienes.
¿Y ahora qué harás, si ya no soy a quién le temes?
Tendrás aquello que siempre quisiste de mí
tendrás mis huesos y mi cansancio y no mucho más.
¿Y ahora qué harás?
¿Y ahora qué harás?
Nada, no hay nada más nuestro que no tener sentido.
Quiero creerlo todo y quiero quedar vacío
y no sentir más que el aire pasando muy suave por mí.




No hay comentarios:

Publicar un comentario